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Viernes 5 de Septiembre de 2014

Decano FACED, José Luis Reyes, anticipó hace dos años los problemas que traería la implementación del ranking de notas en nuestro país

Profesor de filosofía, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Magíster en filosofía con mención en teoría del conocimiento, Universidad de Chile. Doctor en filosofía, mención en epistemología de las ciencias sociales, Universidad de Chile.

Hace un tiempo atrás manifesté mi preocupación por la instauración del ranking de notas en la selección de los alumnos que ingresarían a las universidades. Señalé, entre otras aprehensiones, que tal medida merecía una suerte de marcha blanca para detectar eventuales efectos colaterales. La propuesta de cautela guardaba relación con la alta ponderación que se comenzaba a entregar al ranking de notas, cambiando también las reglas para los estudiantes que ya estaban por egresar de la Enseñanza Media.

Rápidamente, dos dirigentes estudiantiles y dos académicos me dieron respuesta haciéndome notar de manera bastante enérgica mi desconocimiento de las virtudes y de la teoría que  sustenta la aplicación del ranking (básicamente, extrapolar que un buen estudiante en enseñanza media también lo será en la educación superior).

En el transcurso de dos años desde que manifesté mi preocupación,  varias universidades avanzaron en la importancia entregada al ranking de notas, aumentado de manera importante la ponderación junto a la disminución en la importancia que se le otorga a la PSU, lo que ha motivado que estudiantes de Liceos emblemáticos decidan cambiarse de establecimientos en sus últimos años de enseñanza buscando mejorar sus puntajes derivados de ese ranking.  Al mismo tiempo, otro efecto no deseado es la desventaja en la quedan los alumnos antiguos de aquellos establecimiento a los cuales arriban los estudiantes de Liceos Emblemáticos. Más aún, la decisión ha movilizado a muchos estudiantes de esos establecimientos a manifestarse públicamente en contra de ese brusco cambio en las reglas.

Soy capaz de comprender las buenas intenciones que hay tras las  decisiones de incorporar el ranking de notas, sin embargo, continuar parchando la PSU, que originalmente se propuso como transitoria en lugar de cambiarla, y persistir en aumentar la ponderación que se otorga al ranking de notas cuando ya se visualizan los efectos no deseados y, por lo mismo, se solicitan otros parches para intentar corregir esos efectos colaterales tiene algo de porfía.

¿No habría sido conveniente hacer esa marcha blanca que proponía o incorporar el ranking de notas de manera más gradual y no tan brusca y entusiasta como se ha venido realizando y así  evitar los efectos no deseados  ya mencionados  en lugar de desestimar una propuesta de cautela como la que realicé?

 

Leer la columna en el Mercurio acá.